Pablo Hermoso de Mendoza

Foto: Ramón Azañón ©
Foto: Ramón Azañón ©

Pablo Hermoso de Mendoza 

El lunes 11 de abril de 1966, en la población de Estella, provincia de Navarra, España; nace el último hijo del matrimonio formado por Pablo Hermoso de Mendoza Galdeano y Natividad Cantón Baños. El varón es bautizado con el nombre de Pablo, como su padre, con quien al paso del tiempo compartirá también el profundo gusto por el mundo de los caballos. 

La infancia de Pablo Hermoso de Mendoza transcurre en su ciudad natal, donde combina sus estudios en el colegio de El Puy, con su ya cada vez más creciente afición por la equitación. 

A los cuatro años de edad Pablo ya participaba como alguacilillo en la plaza de la ciudad que lo vio nacer, y con solo ocho años obtuvo el título de campeón infantil de hípica del norte, ganando con ello el derecho para participar en los Campeonatos de España en su categoría.

En su adolescencia se traslada a Logroño, y es ahí donde se presenta la circunstancia que cambiará en definitiva el sentido de su vida. Corría el año de 1981, cuando cierta tarde le tocó presenciar la retransmisión en televisión de una corrida de rejones cuyo cartel estaba integrado por Manuel Vidrié, Alvaro Domecq hijo y Joao Moura. A Pablo le impactó profundamente todo lo que los jinetes hicieron en el ruedo, pero especialmente la expresión que proyectaban los caballos al enfrentar al toro; a tal grado que terminado el festejo quedó fija en su mente una sola idea: ser torero a caballo.

Con la determinación que le caracteriza, en 1983 Pablo Hermoso de Mendoza hace su debut como rejoneador en el tentadero de «Virgen de Cueva», en la localidad navarra de Viana, contando con un solo caballo, «Cafetero» y enfrentando a una vaca vieja y ya retentada procedente de la ganadería de Don Antonio Pérez de San Fernando. Esta fue una experiencia calificada de «aterradora» por el propio jinete estelles. Ese año marcó también su presentación en la plaza de su ciudad natal, Estella, matando un novillo durante los festejos celebrados con motivo de las fiestas patronales. Esta plaza, al igual que la mayoría de la región de Navarra, se constituyeron en el mejor aliado de Pablo durante los comienzos de su carrera, dándole oportunidad de actuar y especialmente permitiendo que la afición de la zona fuera tomando un contacto cada vez más cercano con un rejoneador que hasta la fecha siguen considerando como «suyo».

A partir de aquellos momentos, hoy recordados con aprecio, Hermoso de Mendoza inició su andanza por un camino que habría de llevarlo hasta lograr la meta que se había propuesto. Un camino largo y pesado, matizado por complicaciones adicionales derivadas principalmente del hecho de que provenía de una zona escasamente relacionada con el toreo a la jineta, donde inclusive se daban contados festejos de rejones. A tal circunstancia habría de sumarse la limitación económica que tenía Pablo; elemento a tomarse muy en cuenta dentro de una profesión que por naturaleza y tradición siempre involucraba gastos considerables.

Más sin embargo nada de ello fue impedimento para que aquel joven jinete navarro siguiera adelante en su cometido, compensando carencias y limitaciones con entusiasmo, perseverancia y afición, aunados a un don natural que desde muy pequeño le permitió entender y aprovechar las aptitudes de los caballos, con lo cual pudo ejercer una especie de auto didactismo a la hora de entrenar y preparar sus cabalgaduras en las suertes de la lidia.

Su presentación en un coso de categoría ocurrió el 6 de octubre de 1985, actuando en una novillada económica celebrada en la Monumental de Pamplona.

La ansiada alternativa se llevó a cabo en otra plaza navarra, la de Tafalla, el día 18 de agosto de 1989, teniendo como padrino de su doctorado al maestro Manuel Vidrié, y en presencia de los testigos Curro Bedoya y Antonio Correas. El toro del acontecimiento se llamó Pardillo, perteneciente a la ganadería navarra de Don Cesar Moreno, y el recién alternativado cumplió con creces la papeleta al salir en hombros de la plaza.

Después de tomar la alternativa y hasta finales de 1994, la carrera de Hermoso de Mendoza mantuvo un tono de progresión constante, aunque ciertamente discreto con respecto al circuito de las grandes ferias. Más el destino le tenía preparado una oportunidad sin igual que Pablo aprovechó a la perfección: fue llamado para una sustitución en la Feria del Pilar de Zaragoza, corrida que fue retransmitida en directo a toda España y donde el estelles brindó una actuación excepcional, misma que terminó por otorgarle el impulso que necesitaba para ascender al olimpo de la consagración. Algo curioso, hizo el paseíllo como un modesto sustituto y salió del coso investido como figura del toreo por la admiración de cientos de miles de españoles, que quedaron perplejos ante las exquisitas evoluciones en el ruedo de un hasta entonces desconocido rejoneador navarro, cuyas cabalgaduras parecían ser extensiones de su propio ser.

A partir de esa fecha, todas las plazas del universo taurino fueron paulatinamente rindiéndose ante el ímpetu y la clase del jinete navarro. Las aficiones de Sevilla y Madrid sucumbieron al encanto desde 1995; en el 96 tocó el turno a Jerez de la Frontera, toda una conmoción, además de Vila Vicosa y Campo Pequeño en Portugal y Nimes en Francia. En 1998 amplia mas sus horizontes, cruza el atlántico y se presenta en las Ferias del Señor de los Milagros en Lima, Perú, y en la de Jesús del Gran Poder en Quito, Ecuador, deslumbrando en ambas con su toreo.

Teniendo el aderezo de triunfos importantes por toda la geografía taurina llega una fecha imborrable, el 25 de abril de 1999, día en que cristaliza el sueño de cualquier torero: salir a hombros por la Puerta del Príncipe de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, después de haber cortado un rabo como justa premiación a una lidia extraordinaria y prodigiosa que hizo cimbrar hasta el más recóndito cimiento de la plaza y de la afición hispalense.

Ese mismo año regresa a América para cumplir otro de sus sueños: actuar en México, país que siempre le apasionó, especialmente por la riqueza de su tradición ecuestre en el marco de la charrería. Pablo se presenta en la Plaza de toros México, la más grande del mundo, el 14 de noviembre de 1999, cortando dos orejas, saliendo a hombros y provocando un revuelo inimaginable entre la afición mexicana, que a partir de esa fecha le hizo su consentido. Más los alcances del estelles eran de una mayor dimensión, y el 5 de febrero de 2000, en la corrida que tradicionalmente celebra el aniversario de la Plaza México, causó una total conmoción al cortar un rabo, el primero y único que se ha concedido en el coso de insurgentes por una faena desarrollada enteramente a caballo. Este triunfo, aunado a los posteriores de Sevilla y Madrid, convirtieron a Pablo Hermoso de Mendoza en el único torero que ha conseguido abrir las tres puertas grandes más importantes del escenario taurino en un mismo año.

Las siguientes temporadas han venido a corroborar el extraordinario momento de madurez en el que se encuentra Pablo, consolidando su indiscutible supremacía en el toreo a caballo, deleitando a la afición de los cuatro puntos cardinales del toreo y dando espacio para la consecución de nuevas metas, mismas que le han llevado incluso a desarrollar las campañas mas amplias en suelo mexicano de que se tenga memoria. La cosecha de triunfos continua siendo una constante en su quehacer taurino, logrando incluso tener en el 2006 el año mas redondo e importante de su trayectoria.

Vale la pena señalar que es precisamente en estos cinco últimos años cuando se ha presentado un cambio total en la cuadra del navarro, iniciado con la merecida jubilación de CAGANCHO y el posterior relevo natural de muchos de sus compañeros de episodios que han dejado su lugar a nuevos caballos con los que Pablo ha mantenido la posición de privilegio que vienes ocupando en el toreo a caballo. Esos córceles han aportado frescura, novedad e ilusión al jinete navarro, confirmándose con ello la extraordinaria capacidad que Hermoso de Mendoza tiene para preparar equinos toreros, y desterrando además aquel argumento de algunos detractores en el sentido de que el estellés era rejoneador de un solo caballo y que después de CAGANCHO su carrera acabaría. El tiempo ha puesto, como siempre, las cosas en su lugar.

Ahora bien desde su adolescencia el navarro tuvo claro en su mente que quería llegar a ser figura del rejoneo y no escatimó esfuerzos y sacrificios hasta lograrlo. Por ello tiene un especial concepto de lo que es y debe ser su profesión.

A Pablo le atrae que le llamen torero a caballo, en virtud de su interés y ambición por acercar los horizontes que durante mucho tiempo otorgaron extrema lejanía a los conceptos de toreo a pie y montado.

FUENTE: PABLOHERMOSO.NET

 

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